¡¡Es niño!!

… Y efectivamente el día 27 fue un gran día a pesar de mi cabeza de chorlito, que de verdad que tengo la cabeza nada más que para equilibrar los hombros… Buf!!

Salí con tiempo de casa, y con un planito y todo para que no me perdiera… Pero qué mas da, si tengo la orientación en el esfínter y ni con mapa… en lugar de pillar la calle Velazquez me fui por Goya… Conclusión: yo que iba con tiempo por que odio ir a los sitios tarde, llegué al rasssss, mientras mi chico estaba en la puerta enviándome whatsapp del palo «hola???» cuando yo le había estado toda la tarde azuzando para que el llegara a la hora… El pobre, menuda paciencia. A veces soy tan petarda…

Cuando llegué a la puerta, estaba hecha un guiñapo, por que no solo estaba sudorosa de caminar rápido pa’rriba y pa’bajo, agobiada por la hora, si no que ese día no dejó de llover ni un instante y no encontré por casa ni un triste paraguas que echarme sobre mi cabeza, así que, aunque llevaba capucha, llevaba los leggins empapaicos…

Entramos y nos ponemos en la cola. Aquello parecía el Mercadona en hora punta. Veo a las mujeres que me preceden en la cola que todas llevan el volante. «¡¡Joder, el volante!!» digo. Mi chico me mira ojiplático. Ya no sabe qué pensar de mi, el pobre. Me dice, iluso: «igual no te lo piden«.

Me toca.

Me lo piden.

Mi cara de agobio supino (por que es una prueba que han de hacerla justo en la semana 20, que es en la que estaba) y mi discurso de mujer desesperada, sudorosa, con unos pelos que la lluvia me ha dejado parecidos a los de la Duquesa de Alba, hacen que la recepcionista-enfermera-lo que sea, me diga que solo si firmo un consentimiento informado, si la ginecóloga tiene a bien acogerme en el seno de su ecógrafo, si los planetas se alinean en Jupiter y sobre todo, si mañana les llevo el volante, podrán hacerme la eco. Le juro por la virgen del abrigo de pana que mañana a primera hora tienen allí el volante. «Espere en la sala de espera, por favor» me indica la recepcionista-enfermera-lo que sea.

Ooops, ¿he sido yo??...

Nos sentamos. Esperamos. Calculo que media hora. Yo no tenía todas conmigo de que me fueran a pasar. Pero ¡¡Oh, se obró el milagro!! Me llaman a la media hora pasada, y pasamos a una sala con camilla, ecógrafo y tele frente a mí que reproduce lo que muestra el ecógrafo (una gozada de comodidad).

Tenemos suerte y la ginecóloga es un encanto y para más inri, cachonda. Nos pregunta si sabemos y queremos saber el sexo del bebé, y al unísono mi chico y yo decimos que sí. Me enchufa el gel helado ese en la barriga, y tal cual pone el cacharro sobre la masa transparente, zasss!! las cosotas de nuestro bebé on the air!!

«¡Menudo chavalote!. Ahí lo tenéis, ¿Lo veis? Bien dotado el chaval» nos dice «¡No para de moverse! Qué energía!«. Mi chico y yo nos miramos, ¡¡Es niño!! qué fuerte… y menuda huevada que se gasta, jajajaja. Nos echamos unas risas a costa del pequeño, angelico… No me lo tengas en cuenta, hijo, tu padre y yo somos asín, del caca-culo-pedo-pis

Aaaains, que emoción todo… ella mientras va mirando, midiendo por aquí y por allá, que si el riñón, que si el cerebro, que si el fémur…

«Oye» – me pregunta la gine- » ¿Seguro que tu última regla fue por el 7 de junio?«. Sinceramente no puedo precisar que esto sea cierto. No me acuerdo de cuando fue mi última regla, hice un cálculo aproximado la primera vez que me lo preguntaron, y las siguientes veces que me lo preguntaban, ya hasta me lo creía.

La doctora me dice entonces que el fémur del peque es como de 21 o incluso 22 semanas, pero que igual puedo estar de 20 y tener un superbebé creciendo dentro (genes del tocho de tu padre, fijo! claro que yo tampoco soy pequeñica, que digamos…)

Todo está perfecto, todo esta bien. La tía se lo curra y nos quiere mostrar la carita del peque, que está contra mi bajo vientre y el tío tímido no se quiere mostrar por más que la doctora da pequeños golpes con el cacharro ese untado en gel en mi vientre a ver si se gira. Como siga así me meo encima. Pero nada, no hay forma. Parece que el peque dijera: «anda iros a tomar por culo, dejadme en paz, cagüentó…». 

Me hace girarme sobre un lado, lo intenta y nada. Me pide que me gire al otro lado rápido, así lo hago y ¡¡se le ve la carita!! Más bien cara de «Qué ha pasao??!!» del susto que se lleva el pobrecito mío… Es una pasada… Mi chico y yo mirábamos ambas pantallas embelesados y flipados… Aaaains…

Es niño!!

Salimos completamente idos, sin dejar de sonreir, e instantamente llamamos a nuestros padres para darles la gran noticia. Y después de muchas llamadas respectivamente a familia y amigos -bendito whatssapp-, nos vamos a celebrarlo a nuestro restaurante favorito…

Aaaains, pues sí que fue un gran día…

2 comentarios en “¡¡Es niño!!

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