La madre que me parió

No, no estaba de parranda, estaba de vuelta al curro, en una oficina y a tiempo completo. Y no, no me da la laif… Será el mundo viejuno este en el que me hallo inmersa y tengo la energía justica para torear los días con algo de dignidad (y mucho café) o es que hay algo que me pierdo… Llevo meses con este post! WTF?27_febrero_2017_diariodeunaendorfina_mundoviejuno

Una pregunta que os hago a las madres de dos, pero sobre todo a las de tres y más, que tienen blog/hobbies/whatever, ¿Me podéis decir cómo leches lo hacéis? ¿Hay algún secreto? ¿Unas gotitas de sangre de unicornio en el café? ¿O es que no dormís directamente? Algo tiene que haber… Ahí os dejo esta profunda reflexión para estrenar el primer post del 2017…

La cuestión es que yo venía a hablaros de mis santos padres y el dilema que me causa dar con algo de regalo que realmente les sorprenda. ¿Qué se les puede regalar a unos padres que tienen de todo y a los que la edad les hace sumamente escépticos? Quería marcarme un detalle por estar siempre ahí, por cuidar de Éric con tanta entrega y cariño (mi padre que está jubilado lo está gozando cosa mala), por ayudarnos tanto y por darnos tuppers del amor 🙂

Digo padres pero en realidad estoy pensando en mi madre. Mi padre es relativamente fácil, él con una colonia, un jersey… Cualquier cosa le va bien al angelico. Yo les hubiera regalado un viaje, que es lo que mi padre desea con verdadera ansiaviva desde que se jubiló, pero aaaamigo… Aquí topamos con su talón de Aquiles: la mía mamma.

La mía mamma es molto difichile. No le gusta viajar (si no es al pueblo -para mi no entra en categoría de viajes), no le gusta el avión, ni el barco. El tren igual algo, pero tiene sus cláusulas.

El mar le da pánico porque no sabe nadar la pobre, y aborrece el sol porque es de piel blanca, pecosa y ojos claros.

Y en cuanto a objetos… Bisutería no puede ser porque tiene alergia a aquello que no sea oro y/o plata. Cuando es de oro y/o plata tuerce el gesto y dice «es mono pero no sé cuando me lo voy a poner» -prefiero no interpretar la frase-, y te pide el ticket de compra. Cuando es un jersey te dice que ya tiene muchos, eso sí, te lo agradece eh? pero también te pide el ticket. Libros no lee, pelis dice que vista una, vistas todas.

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En fin, que una tiene que currárselo mucho. Y digo una porque mis brothers sabiendo la tesitura que gasta la progenitora, me llaman para decirme que qué he comprado a mamá y que ellos colaboran poniendo pasta. Hasta que me planté y un año les hice, desde el más profundo del cariño, una peineta. Peineta sentida donde las haya, pero oiga, not. Aquí todos hemos venido a jugar... Y cual ruleta rusa… ¡Juguemos! xD

Un día vi por las Redes Sociales que Violeta ofrecía las minisesiones de navidad (*), y se me encendió la bombilla, esa misma que a veces parpadea a punto de fundirse. ¿Por qué no regalar una sesión de fotos? Me parecía una buena ocasión para juntar a toda la family para inmortalizarnos, y así de paso actualizar nuestra última foto juntos, que data de la boda de mi brother, allá hace 10 años, todos disfrazados de señores y señoras de vida alegre, y por supuesto sin hijos/nietos de por medio. Vamos, que ya tocaba.

Además al ser una sesión de 45 minutos se me antojaba ideal para que las fieras no reventaran la sesión ni echaran espuma por la boca de cansancio.

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Fue proponérselo a mis hermanos y abrir mucho los ojos de emoción. «Oh» alcanzaron a decir. Yo lo interpreté como un marrón menos un tachado de la lista de quehaceres familiares. Regalaco.

Problema de base: Mi mamma odia, del verbo odiar muy fuerte, hacerse fotos. Dice que sale mal. ¿Os acordáis del capítulo de Friends cuando Chandler tenía que hacerse fotos para su boda con Mónica y ponía muecas siniestras? Pues algo así, pero con cara de sustaco.

Así que la llevamos engañada, a la pobre mía, pensando que era una frugal comida familiar en un restaurante cualquiera del extrarradio de Madrid. «Ponte guapa» le dije por teléfono el día de antes. «¿Es que acaso voy fea?» Touché. Mi mensaje era más bien: no vengas en chandal. Pero me callé, claro.

Quedamos en el Parque del Capricho, que por el súper día de invierno precioso que hacía, parecían las rebajas de la cantidad de gente que había. Y mi madre insistía: «¿Pero qué hacemos aquí?«. Y yo, toda bucólica pastoril «Na, mujer, mira qué día más maravilloso hace, vamos a aprovechar a dar una vuelta por aquí y ahora nos vamos a comer«. Mi madre me miraba frunciendo el ceño, porque no es tonta, y yo soy más de asfalto que los parquímetros.

Y apareció Violeta cargadica hasta las cejas con un bolsón azul de Ikea repleto de atrezzo para las fotos, su cámara de fotos y su sonrisa. E hice las presentaciones. La cara de mi madre fue un poema, pero le pedí encarecidamente que se dejara llevar y le diera una oportunidad. Una oportunidad a una profesional, que no iba a ser lo mismo que un selfie guarrero con el móvil castaña de mi santo padre donde todos parecemos entes, siempre desenfocados y difuminados.

No solo se dejó llevar sino que me consta que lo gozó. Nos reímos mucho durante la sesión, íbamos hablando, andando, cambiando de sitio, disfrutando del parque y del día de sol, jugando con los peques… Violeta trabajó como una ninja eficiente que se mezcla sigilosamente con el grupo, capturando así instantes mágicos. Está pero se te olvida que está, y uno se relaja. Se deja llevar. Se nos pasaron los tres cuartos de hora en un santiamén. Y os digo una cosa, esta sonrisa de la mamma bien mereció la sesión:

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Cuando Violeta me pasó las fotos, mi madre flipó. «¡Salgo hasta guapa!» me decía. A mi me parece que ella es guapísima, ojocuidao, le echan muchos menos años de los que tiene, pero siempre se ha visto feucha, y ahora fea y vieja, yavestú. Cosas de la autoestima que ya con taitantos es imposible cambiar, aunque su marido, hijos y nietos le digan lo contrario.

Y amén de ser un regalazo, pasamos un día increíble en familia, y tenemos sendas casas con fotos actualizadas y monérrimas de la tropa, ¡Que no es poco! Todos contentos, pero sospecho que he puesto el listón muy alto y he abierto de nuevo la puerta para que el año que viene mis hermanos vuelvan a llamarme para ver si he pensado algo para la mamma ¬¬

 

(*) Empecé a escribir este post después de las navidades, y sí, con dos collons lo acabo a finales de febrero. Ole mi toto, yeaaah.

11 comentarios en “La madre que me parió

  1. Si te sirve de consuelo, yo también llego al viernes con la batería descargada… Pero es lo que hay, poco a poco los niños te van dejando un pelín más de tiempo, así que ánimo. Por cierto, aquí la que no es fotogénica soy yo. Pero me parece un regalazo 🙂

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  2. qué idea más chula, y sorpresón del todo 😀
    y ánimo con el tiempo, maja, supongo que según se vayan acoplando rutinas irás encontrando cada vez más espacio para ti.
    besos

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  3. Me parece una idea chulisima. Yo tengo dos, trabajo y mi marido es autonomo (full time). La casa es la que sufre las consecuencias. Solo te puedo decir que poco a poco puedo ir haciendo más cosas (el pequeño tiene 28 meses). Paciencia

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  4. yo con mi madre tengo la suerte que lee, y lee, y lee y devora libros a razón de uno por día. Lo tuyo fue un regalazo! (yo también usé ese comodín una vez) y esta claro que tu madre lo pasó re bien, vas a tener que repetir!
    En cuanto a lo de los padres de dos con hobbies…yo solo puedo decir que ves una luz al final del tunel cuando el pequeño cumple dos…y de repente, poco a poco, van apareciendo espacios. Antes de eso, solo recuerdo ojeras y sueño y cansancio y mucho amor, pero también mucha desconexión con el mundo real (excepto el laboral)

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  5. Jajajaja «con dos collons» dice… que buena eres y como te he echado de menos, petardi!
    Genial tu post, as usual…
    Nos vemos pronto, con dos collons eh!
    MUAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!

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  6. Bieeeeennnn!!!! Super endorfina is back!! Aunque sea a post cada X meses, te entendemos y te esperamos como a la droga. Como no tengo hijos aún voy a mojarme en lo del regalo. En mi casa es al revés, el difícil es mi padre. Algo que he descubierto recientemente que sirve como comodín son los cofres regalo, como hay de todo (estancia, aventuras, spas y relajación, gastronómicos…) seguro que hay algo que les apetece hacer (incluso pueden encontrar una estancia cerca de o en el pueblo y ya sólo con eso hacer una experiencia diferente del viaje).
    ¡Ánimo! Que todo pasa 😉
    ¡Besos desde el sur!

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