Orcos weekend

Cuándo: Puente de todos los santos.

Dónde: Cáceres.

Previsión de tiempo: Una mierda seca.

Ganas de echar de menos Madrid: Todas.

Ocupantes del fordfi: 3 personitas y trescientos bultos apilables modo Tetris.

En el camino pasamos por un pueblo entre Toledo y Cáceres cuyo nombre me hizo sonreír: El gordo. ¿No os parece ideal? Yeaaah, mi gordito tenía su pueblo, y su mami ese regustirrinín que da encontrarse con algo que le hace gracia. Soy asín de pueril. Soy feliz en mi mismidad. Con que poquico se conforma una…

Teníamos muchas ganas de conocer la ciudad, reconozco que tenía a Extremadura muy olvidada en mi lista de escapadas. Me informé antes por internet de qué ver y comer y lo cierto es que no nos ha decepcionado, sobre todo a nivel gastronómico… Ojito cómo nos hemos puesto, esos ibéricos, esa morcilla patatera, esasss migassss… Fijo que hemos dado de sí el estómago!!

Cuando me metía en la cama cerraba los ojos, me sentía un orco, igual de gordo, igual de trasmutao, igual de ansia viva. A veces comíamos por que ya eran las 2 y venga va, vamos a comer, otras por que ya había hambre, pero muchas de las veces era pura gula. Y es que… ¿Cómo decir que no a una tapita de jamonsssito rico? ¿Cómo despreciar unas migas? Que no, que no. Imposibol del tó.

Sí, lo reconozco, tenemos alma de gordos. No se puede luchar contra natura. Y contra un secreto ibérico con papas, menos, oiga usté.

A este devenir culinario se nos unió mi mejor amiga Bel, que vive en Sevilla y quería acercarse a vernos y sobre todo achuchar al gordo hasta dejarle del revés. Y así hizo, monopolio puro y duro. Nosotros encantados de que alguien empujara el carrito, que con lo que pesa la criatura, en cuesta y brincando en suelo empedrao es como hacer, calculo yo, unas 50 pesas, má o meno. Y el gordito emocionado de tener dedicación plena y exclusiva cada vez que hacia algo.

Vamos, que los cuatro nos pusimos las botas, por que el peque tampoco se quedó corto… Devoraba lo que le pusieras. Siempre con su saque habitual. En fin, un no parar…

El casco antiguo de Cáceres es muy bonito, la parte amurallada es una pasada, me recuerda a Pedraza. Pero para ir con una criatura en un carrito no es nada recomendable. Es muy incómodo y la pobre criatura va dando saltitos en el carro dejándose los riñoncicos. Y si ya llueve… pues si llueve, los museos se triplican.

Pues ea, como Vicente, vayamos donde va la gente, así que también fuimos al Museo Arqueológico y de Bellas Artes, y me sorprendió gratamente el gordito y lo que se interesaba por lo que las vitrinas exponían. Y también disfrutó con los piropos que le echaba la gente cuando pasaba a su lado y les sonreía de ese modo que tiene. Óscar es como los donetes, le sacas y haces amigos allá donde vayas.

En fin, unos días muy majos y una ciudad recomendable. Y esta semana a lechuguita…