Elemental, mi querido Watson

Volvemos del norte, sin tráfico apenas en la carretera. Una gozada que agradezco enormemente ya que encuentro cansada.

Llego a casa, beso a mi amor, hablamos, y le digo que voy al baño a hacerme la prueba.

En el prospecto explica que tarda en colorearse 5 minutos.

Mojo el cacharro en mi orina, lo saco, me doy la vuelta pa tirar algo a la basura, y cuando me giro (un minuto quiza??) aquello ya se había coloreado. Los dos huecos. De rosa. Pim, pam.

La prueba del delito

Se confirmaban mis sospechas: estaba (estoy) embarazada.

Salgo del baño con el cacharro en la mano y se lo enseño a mi chico. Los dos nos quedamos mirando rollo hola??, como dos ignorantes que flipan mucho mucho mucho y no saben ni que decirse.

Después del momento tonto este, mi chico me sonríe, y se emociona. Yo también, aunque reconozco que estoy pelín ojiplática.

Mi amiga me pregunta insistentemente que pasa con ese test. Le respondo que salió positivo, y empieza a gritar y a saltar y a emocionarse. Me pregunta que como estoy, y le digo que en shock.

Mi chico y yo salimos a celebrarlo. Nos sentimos muy raros, aunque no paramos de sonreirnos, de hacernos carantoñas y de repetirnos “qué fuerte!!”.

Durante la cena hablamos de cómo decírselo a la gente, a nuestros padres… de los cambios que vendrán…

Volvemos abrazados caminando, soñando despiertos, imaginando… y flipando, claro.

Pechos de medio kilo

El finde transcurre con normalidad. Los pechos me empiezan a doler y a hinchar. De hecho, antes de ir ya notaba como que me cabían en mis sujetadores habituales. A veces pienso que es el sujetador en cuestión, pero cuando me lo quito, el peso de los mismos me hace casi arquearme.

Les hago partícipes a mis amigas de mis dudas.

Una me dice que me olvide hasta que me haga la prueba.

La otra simplemente me dice: «Tía, estás preñadísima«.

Rumbo norte

Hago la maleta para una escapada al norte, voy de un lado para otro.

Vuelvo a bajar a la farmacia para pedir algo para mi diarrea, y me pregunta que si estoy embarazada (me recuerda de ayer) no puede darme cualquier cosa, que si me hice el test. Le digo que no me lo he hecho por que cada vez que voy al baño a hacer pis, me sale lo otro, y que me parece una guarrada. Me dice que aun así no se arriesga, y me da un suero bebido.

El suero sabe a yeso, pero es mi único alimento…

Le cuento mis sospechas a mi chico, que me dice que no me preocupe, que disfrute del finde. ¡Qué ser tan feliz!

Ponemos rumbo al norte. Atasco de hora y pico a la salida de Madrid.

La diarrea más o menos controlada. Mis sospechas, no.

Rallaeras

Yo ya estoy muy rallada. Sin embargo, me acuerdo de que mi última regla fue por el 8 o 9 de junio, por lo que aun debería estar en plazo (imposible si atendemos a la lógica de mi regularidad).

Me autoconvenzo de que no pasa nada. Que durante el finde me vendrá la regla.

No es que no quisiera quedarme embarazada, es que como niña (mental) que soy, me daba vértigo solo pensarlo.

Pero por poder, podía ser. Oh. claro que sí.

Bajo a la farmacia a comprar un test de embarazo. Abro la caja, pero no me lo hago. No puedo decir que una parte de mi lo supiera. Pero lo que me paso en mi cumple fue muy extraño. Empezaba a tener cierta lógica todas esas molestias.

Mi amiga pregunta si me he hecho el test. Le digo que paso hasta después del finde y ella flipa por mi dejadez.

Que no era dejadez. Era apartar el tema para concentrarme en el finde de búsqueda de trabajo.

La diarrea persiste. Mi amiga tiene la teoría de que estoy de los nervios. Nada más lejos.

Internet, esa enciclopedia de medio pelo

Internet es esa gran enciclopedia en la que todo lo encuentras. Tecleo en Google “regla de medio día” y “embarazo”. La primera entrada es un foro. Todas cuentan que les pasó eso. Menos mal que sigo buscando y hay a mujeres que no les pasa nada.

Por la tarde llamo a mi mejor amiga y le cuento mis sospechas. Ella se emociona demasiado, y yo le corto las alas. Me exige que me haga la prueba al grito de “ar!”. Y yo le digo que hasta pasado el finde no me lo haré.

Ella insiste.

Y yo tengo diarrea.

Mi cumple… primeras señales

Hoy es mi cumpleaños. 34 castañas, así una detrás de otra. Cayendo sin piedad.

El mejor regalo de cumpleaños me lo ha hecho el compañero de piso de un amigo que me ha echado nada menos que 24 años. Wow! donde vas!!! que te echen un par de años menos, bueno, pero casi diez menos, hola??? Pero ojo, yo encantadadísima ^_^

La verdad es que la edad siempre me ha dado un poco igual. Yo me veo igual que siempre.

Por si no tuviera poco con ese año más que me cae, la madre naturaleza me ha hecho su particular regalo: la regla.

O eso era lo que yo creía….

Cuando llegué a casa de ponerme pua de cañas y de tapas con mis amigos, voy a hacer el pertinente cambio, y oh, what a surprise! el tampón está de un color blanco inmaculado. Qué raro. me digo. A mi las reglas me duran poco, son como de juguete, un día y medio, dos días tal vez… pero, ¿medio día? ¿qué coño es eso? Soy hiperregular.

Por si fuera poco, durante casi todo el día la cabeza es como una olla express a punto de estallar… me duele muchísimo, y las piernas me arden, las varices me molestan mucho. Estoy en un curso mientras mi cuerpo intenta decirme algo que no acabo de entender.