Cuando una sonrisa lo compensa todo

Y cuando digo todo, es absolutamente todo.

Las vomitonas, las lavadoras diarias, el sueño, el cansancio, el «porqué-no-te-tomas-todo-el-bibe-niño-del-demonio», los cambios de humor, mis estornudos (y mocos) alérgicos de cada paseo, los llantos desgarradores de cuando no sabes qué le pasa, sus ronquiditos, sus sonidos nocturnos, su conjuntivitis eterna, sus ronchitas en la cara, sus cacotas supernovas, sus pises derramados en la pared en un cambio de pañal, días como los del post anterior..

Todo eso se me olvida cuando Óscar sonríe.

Me desmonta, me descoloca, me deshace para rehacerme como la mami más feliz del mundo.

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