Entre las cosas que he aprendido meses atrás es que hay veces que es mejor dejar fluir las cosas. Como cuando en verano te metes en el agua, y te tumbas boca arriba dejándote mecer por las olas.
Parece que, por un momento, podamos dejar toda la mierda que llevamos con nosotros (problemas, marrones, bajones…) bajo la superficie, junto a las algas que se enredan en las piernas y las rocas, y sencillamente flotar sobre ellos.
Como ya sabéis el mes de septiembre fue jodido. Y me dejé llevar, mecer por la corriente de la rutina, la terapia de la charla, y el calor de mi gente… Pero soy de naturaleza inquieta y pronto necesité actividad. No podía flotar eternamente.
Y parece que el universo tenía un plan B, y para mi era tal avalancha de curro que me distrajo lo suficiente como para mitigar la herida, básicamente porque llegaba tan cansada a casa que no tenía tiempo ni para pensar.
Un mes enganchó a otro y a otro… El plan funcionaba. Fluía. Y una tarde de copas con mis excompañeros de Indra, en concreto con Sem, estuvimos hablando de nuestras respectivas vidas, y mientras sorbía mi segundo Gin Tonic pensé (y así se lo dije) que igual podría estar embarazada (confieso que al hacer este pensamiento en alto, dejé la copa, eh?? jaja)
No le eché cuenta, la verdad, en primer lugar porque no tenía ningún síntoma, y en segundo porque no lo pensaba, y los días pasaron hasta que la víspera de Nochevieja fuimos al ginecólogo al correspondiente chequeo postlegrado (por el tema del hierro, más que nada), y nos dijeron que no solo sí estaba embarazada, sino que estaba de ya de 2 meses. Vamos que en lugar de un bebé, gestaba un ninja que flotaba dentro de mi.
Y yo calzándome copas de vino, gin tonics, y comiendo carne roja con los frikerizos y batmami como si hubiera un mañana en Garde… En fin, que me quiten lo bailao.
Lo dicho, servidora espera otro gordito para agosto, con toda la fresca. Un gordito que ha llegado por sorpresa. Un gordito que todo el mundo esperaba gordita (hasta Óscar). Menos yo, que en mi fuero interno sentía que sería otra pitola. Un gordito ninja que me está regalando un embarazo de lujo. Si no fuera por la barrigola, las tetas de Pamela Anderson y el hambre tuentiforagüers, no me enteraría.
Por si eso fuera poco, también tengo que anunciaros que nos casamos. En abril. Por lo civil. Mauri, Óscar, bebé ninja y yo. Lo celebraremos con todo mi bombo, la familia y amigos más íntimos con una comida de lo más informal, una calçotada para ser más exactos. Salivo solo de pensarlo.
La vida fluye, otra vez, dentro de mi. Y también fuera, a mi alrededor. Y me siento de nuevo flotar. Quizá sea el estado zen que alcanzo cuando estoy embarazada, pero me siento tan agradecida a la vida, a mis amigos, ¡Y qué amigos! No me puedo sentir más orgullosa de ellos. A mi familia, siempre ahí cuando les necesitas, a mis hermanos que son la ostia, a mis padres, únicos. A mis chicos, a mis amores, que son mi vida entera. Endorfinas, venid todas a mi.
Tenía tantísimas ganas de escribirlo que no me creo que esté ahora frente al ordenador mientras las palabras fluyen prácticamente solas.
Afortunadamente sigo trabajando fuera entre semana -me encanta mi trabajo, confieso-, y parte de los fines de semana (de ahí mi poquita actividad por estos lares y redes sociales). Pero también saboreo el 1.0 como nunca. Así que me perdonen ustedes las prolongadas ausencias.
Gracias por seguir ahí 🙂
Se os quiere.
La más endorfinada de las Finas ^^