Llevaba meses intentando cerrar un post sobre Óscar y sus maravillosos y desternillantes 5 años, que en poco más de un mes dejará atrás, cuando he sentido la imperiosa necesidad de contar cuan diferentes son entre sí mis hijos.
Conforme pasa el tiempo, los genes físicos se van afilando y podemos decir sin lugar a dudas, que Éric es un clon de Óscar cuando éste tenía su edad: con lorzas redondas y lustrosas, la misma ansiaviva para comer, con la misma forma de ojos achinorraos, la misma expresión y hasta tienen la misma redondez de manos y pies. Y vagos. Que ya me lo decía el pediatra cuando le comentaba «Mi hijo aún no anda…» (porque sí, con Éric repetimos patrón…): «No se preocupe, señora, usted tiene hijos gorditos y vagos«. Gordos y vagos. Ole mi estirpe.
Los genes también son caprichosos, y el pelazo oscuro que tiene Óscar no se puede comparar a los cuatro pelos de Éric. A pesar de que el primero a la edad del segundo lo tuvo rizado, ahora lo tiene liso. Éric ya veremos. Por lo pronto, cuando lo tiene crecido creo ver a un miniPunset. Y ojocuidao, me encanta. Le da un toque de personalidad y dintinguez.Pero en lo que más quería hacer hincapié es en el carácter. ¿Cómo pueden ser tan absolutamente diferentes? ¿Quizá por aquello de ser el segundo y nacer con personalidad indómita, de rebelde sin causa? ¿O es que sencillamente Éric tiene su propia impronta, nada comparable al brother?
Con mi amiga bloguera Muxuneko hablaba el otro día por Instagram precisamente de cuan diferentes pueden ser nuestros churrumbeles entre sí. Ella tiene un mayor de la edad de Óscar y su peque, es de la de Éric. Y precisamente ambos mayores son igual de buenicos y tranquilotes (más comparados con los enanos), y hablando del tema me soltó que claro que ella estaba acostumbrada a un «Niño Apio» que ni se movía cuando le sentabas en el carrito, y que ahora tiene un bebé hardcore que no para ni un segundo. Me descojoné tanto con la expresión «Niño Apio» que con su permiso, se la tomo prestada porque me parece que refleja a la perfección el estado quietecico y relajado de la criatura. No busquéis un insulto o una falta en la expresión, porque no lo hallareis, que adoramos a nuestros hijos, obvio. Me parece que no hay mejor definición gráfica para expresarlo.Y es que, amiguis, hay dos tipos de niños. Probablemente más, de acuerdo, pero poniéndolos en una escaleta, yo tengo un Niño Apio y un Niño Godzila. Tengo un niño que puede verse una peli entera sin pestañear y otro que solo piensa qué es lo siguiente que puede destruir o lanzar lo más lejos posible. Y eso que de super bebé, Éric apuntaba maneras… Nos engañó como a un chino, todo formaba parte de un plan. Una se acostumbra a lo bueno, y claro… Toma Godzila, y aquí me hallo, viviendo Al filo de lo Imposible.
Óscar se quedaba todo pachorro en su hamaca y Éric hace ensayos de saltos para las próximas olimpiadas. Cuanto más alto salte, mejor. Temo que un día, los 15 kilazos de bebé revienten la maltrecha hamaca.
Mi Niño Apio podía estar en el carrito lo que quisieras y para meter al Niño Godzila en él, Dios y ayuda, luchas, contorsiones, escorzos apolíneos y giros de cuello tipo la niña del exhorcista. He de decir que una vez anclado en la sillita el pobre mío no sigue meneándose, entiende cuando ha sido derrotado y punto. Aunque la mirada de soslayo y de me he quedado con tu cara, te la lanza. Y gruñe. (Pero cuando le desanclas se lanza al vacío cual Jesús Calleja)
En la trona tres cuartos de lo mismo. Óscar era el perfecto Apio, que además, si tenía papeo podía estar entretenido y gozoso durante horas. Éric se apoya en la balda que le llega a los pies y se levanta, como si hiciera la ola constantemente (una vez más, temo por su vida, en algún momento esos 15 kilazos de ser humano atenderán a la ley de la Gravedad… Y a la de Murphy, clarostá) o le picara el culo. Ya esté viendo Peppa Pig (su kriptonita, lo único capaz de tenerle tranquilo 20 minutos), comiendo croquetas de la abuela o lamiendo la bandeja de la trona (yassss, todo lo que sea comida, mi niño lo aprovecha que da gusto…).Al mayor le acostábamos en su cuna, y hasta mañana, oiga. El pequeño tiene su propio ritual de «tocapelotas«. Y sí, digo tocapelotas con todas las letras porque el tío se muere de sueño pero tiene que representar la misma función caaaada noche. Si no hay aplausos al final, el artista de mi chico no duerme. Veréis, el ritual consta de ponerle en la cuna y él de un respingo ponerse de pie, exactamente igual que si la cuna fuera lava ardiendo. Levanta la cabeza, se ríe en tu cara (me como esa carilla), señala el agua, le das agua, bebe parte y el resto lo escupe, se mueve raudo alrededor del ring (porque la cuna es su cuadrilátero), lanza los dos peluches y la mini almohada que tiene a tomar por culo, le pones el chupete, te lo escupe también, y vuelve a mirarte y a reírse. Le doy un beso y apago la luz. Y ahora ya pasamos al tercer acto, de la comedia al drama, lloriquea (de palo total, cero lágrimas), se sienta en la cuna en modo decimonónico, tipo Regenta, con los brazos flojos y mirada al techo. Entonces me acerco, le doy otro beso, le tumbo con cuidado, le pongo el chupe y le arropo. Y me quedo un ratejo haciéndole mimos que es lo que más le gusta around the world. Y al menos se queda relajado, porque por el escucha bebés le oigo hablar en su lenguaje. Se quedará comentando su actuación…
Porque he de reconocer que todo lo que tiene de bruto y tozudo lo tiene de mimoso. Por aquello de compensar, digo yo.
El Niño Apio es muy tierno y vive rodeado de peluches a los que les pone nombre y con los que juega y duerme. Al Niño Godzila le sobra todo, y lo cierto es que no echa en falta nada, es una especie de mini Chuck Norris, él no necesita juguetes para jugar. Donde esté un cable, un módem… En realidad, cualquier cosa para destruir le es suficiente.
Al Niño Apio quiere/necesita llevar el control de sus cosis. El Niño Godzila necesita alterar ese control y la paciencia del Niño Apio, y destrozar el orden establecido. Y el Niño Apio que a parte de más mayor, es benevolente, entiende que Godzila es pequeño y lo hace sin querer. Porque a parte de destruir le arrea una galletas que alguna vez le han hecho llorar. No quiero pensar cuando crezca Niño Godzila, me da la ansiedad.
En fin, como veréis, no pueden ser más diferentes… Y yo me pregunto, vosotros, ¿Tenéis un Niñ@ Apio, o un Niñ@ Godzila? ¿O un ejemplar de ambos como yo? ¿Hay alguna cepa de Niño Godzila que mute a Apio? ¿No, verdad?