Blog de madre

Hoy he descubierto un blog que me ha hecho descojonarme de la risa, ¡¡Es buenísimo!! Lo recomiendo, aunque no vayais a ser papis, aunque no tengais criaturicas, de verdad, que es un poco del día a día, con niños, claro, pero la tía tiene un arte escribiendo que pa qué!

Quería compartir aquí el post que escribe sobre el momentazo visitas de todo dios al hospital recién parida, que se titula «Al fondo hay sitio«, jajajaja, ya imaginareis, no? la verdad es q leyéndolo me da pánico que me pase lo mismo, por que me conozco, y si de normal soy una agonías-girl (sobre todo con las cosas que no puedo controlar, como por ejemplo, un dos tres, responda otra vez, una situación como esta), recién parida, con puntos, medio ida, aprendiendo a hacerme con el churrumbelillo, que éste intente explorar tus pechos, todo esto con público y aguantando opiniones de cómo dar el pecho, q si lo haces mal, que si así o asao, ejem…. Puede ser la puta locura, ¿Se puede nominar a la gente al pasillo o a su casa , eso sí, desde el cariño? No, no? 😛… Claro q lo q viene a decir en el post es que no te emociones por salir del hospital, que en tu casa te espera otro chorreo de visitas moooortal!!!

(Ojo, q las visitas se agradecen, que son familia y amigos que quieren conocer al peque, peeero que no estás en tu mejor momento «social» y «sociable» es un hecho impepinable)

Bueno, os pego el post, y más abajo os dejo el link para que echéis un vistazo al blog a quien os interese:

Al fondo hay sitio

Tengo una amiga rellena dando a luz en el hospital en tres…dos…uno…bomm…bá!…

Ello me ha traído reminiscencias nostálgicas de esas bonitas estancias hospitalarias por propio parto donde familiares y amigos van a echar la tarde a tu habitación, cargados de besos, bolsas de altramuces y preguntas extrañas… Uff, casi no llego. ¿Cómo ha ido todo? ¿Qué todo? ¿El parto, hija, el parto? Tía Milagros, que aún no he dado a luz, no me ves. Ah, vale, vale, pues me voy, hija, que no quiero molestar. Pero no se va. Nunca se van. Se quedan en el pasillo haciéndose las despistadas y mimetizándose con el entorno hospitalario para ver si a la mínima pueden pillar al médico de las barbas, hacerle un ippon, tirarle sobre el tatami y conseguir alguna que otra actualización sobre el estado de la paciente.

Lo cierto es que casi todos los familiares son de naturaleza algo terca en esto de las visitas a parturientas. Deben pensar que darás palmitas de emoción cuando todo el mundo te vea las cachas del culo a través de esa horrible bata con abertura en canal en la trasera, como si no fuera suficientemente bochornoso y humillante que cada médico, enfermero, camillero y/o quiosquero que pase por tu pasillo te meta la mano hasta el hombro para ver si ya has dilatado y ponga gesto de fastidio calculando con los dedos cuándo llegará la próxima luna llena.

No parece ése suficiente castigo, no. Cuando tu camilla llegue a la habitación contigo dentro, exhausta e incapaz de contener la tiritona porque ni un mal braserito colocaron en el paritorio, y el celador abra la puerta para dejarte paso, cientos de cabezas asomarán el flequillo al grito de ¡Sorpresa! como en un improvisado flashmob.  Allí ya hay más gente que en la guerra, tú, y a ti te acaban de explotar tres venas del cuello en el último empujón; la verdad, no creo que estés presentable. Otra opción es que te acaben de coser en puntopelota una incisión de 10 milímetros sobre el pubis, a través de la que ha salido un cuerpo humano con su cabeza, sus hombros y su todo, dejándote desmenuzada e incompleta como una Sigourney Weaver sin alien dentro, válgame la similitud. Sea lo que sea lo que haya acontecido, dos horas después del evento ya deberás estar graciosa, hermosa y lustrosa para que se pase por tu habitación desde la Junta Municipal de Gobierno hasta el coro góspel de tu pueblo.

Pero no hombre no, cuánta sinrazón, que yo hacía diecisiete años que no veía a mi tío Agustín, y allí se me esposó a los pies de la cama, lagrimando por lo bonita que era Laniña y comiendo pastas como Triki, y no hubo forma de echarle hasta que sirvieron la cena y vio que sólo traían plato para mí.

Que vayan a verte tus amigas en cambio mola, porque normalmente van voladas, llegan, te tiran un beso, sueltan una lágrima…y corriendo de vuelta al curro. Peor es cuando das a luz en fin de semana o víspera de fiesta y se pasan por el hospi antes de irse a cualquier actividad lúdica grupal. Toda tú mustia y agotada, luciendo la consabida bata de flores, y ellas todo glamour, a golpe de blazer y peep-toe, oliendo a Chanel desde el pasillo. No hay color. Ni decoro. Ni compasión. Ni nada. De nada.

Si son amigas Conhijos las que van a visitarte y por cualquier descuido se olvidan de dejar Alniño en casa y le traen consigo adosado a su cuerpo, la escena ya puede ser de traca. Sumayor tratando de morderle la mano a tu recién nacido con fruición animal o bien pellizcándote los dedos de los pies aún insensibles por efecto de la epidural, mientras Sumadre, y a la sazón Tuamiga, lee el Hola en el sofácama y se hace la dormida y/o la muerta con el fin de poder disfrutar de breves instantes en paz cerebral. Pobre…

Cuando el parto sobreviene de noche, las visitas mañaneras se soportan de forma aún más regulera si cabe, porque entre el desfase horario y el desequilibrio hormonal, tu cabeza viene a ser lo mismitico que un sonajero. Lloras, ríes, tenfadas, gritas, cantas, cuentas chistes…quien haya entrado en un bar rebosante de humo de cannabis y haya observado el comportamiento de los que en él moraban, sabrá de qué le hablo y me apoyará sin dudarlo.

Si bien a ti te aporta algo de desequilibrio, la llegada de cualquier visita es esperada con ansia e ilusión desmedida por el padre de la criatura, que aprovechará la ocasión para salir a estirar las piernas, ir a casa a ducharse, acercarse a aprobar una oposición o lo que sea que surja. Con tal de salir breves instantes del zulo hospitalario los hay que argumentan la urgencia de llevarse alguna de las plantas y ramos de flores recibidos, todo por el bien de las reservas colectivas de oxígeno no vaya a ser que se desate una alarma sanitaria y luego os pidan cuentas. Un ramito o dos está bien, compañeros, pero convertir la habitación en una franquicia de un diseloconflores.com es del todo innecesario e insano y considerado derroche en siete estados. Luego te verás obligada a ir a ofrecerle todos los ramos a la Virgen de La Almudena, como si en lugar de tener un hijo acabaras de ganar la Copa de Europa, cuando tú en realidad sólo quieres irte a casa para empezar a padecer en solitario.

Ja! Que te lo has creído!. Hasta casa se desplazarán todos los familiares, amigos y contactos de facebook que no hayan llegado a tiempo de ir al hospital. Como resultado te pasarás el siguiente mes sentada en la mecedora viendo a la gente pasar a saludarte como si fueses un rey mago en un centro comercial.

Que digo yo que con el auge de las nuevas tecnologías, redes sociales y nuevos canales de información bien podría organizarse visitas virtuales al nido como hace Idealista o en su defecto instalar Skype en cada habitación para que los nuevos papás pudieran dar a conocer el miniser al mundo global mientras las visitas profesionales se quedan en casa pelando judías verdes y viendo cine de barrio. Tan agustico todos, oye.

http://blog-demadre.com/?p=330#comments

5 comentarios en “Blog de madre

  1. Querida, mi consejo es: comunicar a hechos consumados…..el año que viene por estas fechas, nos mandas a todos un wassup diciendo «ya parí……hace un año….todo fenomenal…..os invito a merendar!!!!»

    Un beso gordo
    E

    Me gusta

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