El domingo mi chico me invitó al teatro. La verdad es que hacía mucho que no íbamos, así que las ganas eran dobles: no solo íbamos a degustar el último y azaroso día de Max Estrella si no que salíamos juntos alone una tarde, ¡yujuuu!

La obra se representa en el María Guerrero y el reparto no puede ser de mayor lujo. Gonzalo de Castro volvió a sorprenderme. Supongo que eso de verle siempre en comedia o derivados, hace que uno piense que está encasillado o que no sabe hacer otro registro. Me alegro haberme equivocado. Disfruté enormemente de su interpretación, así como del resto de actorazos. Un gusto.

Como es un gusto los textos de Valle-Inclán. Cuando al final de la obra sale el Marqués de Bradomín, me vino a la memoria esas clases de literatura con mis compis de la facultad en la que leíamos Sonata de otoño con ese Marqués católico y sentimental al que se le acaba cogiendo cariño y penica… Aaaains, que recuerdos…

Luces de Bohemia

Llegamos justicos, y menos mal que el acomodador me dejó hacer un pipi express por que si no hubiera tenido que salir de la sala en cualquier momento.

Ese día habíamos comido pronto, sobre las 13.30. Ya os imaginareis a las 19h que es cuando empezaba la obra como estaba, ¡¡canina!! Afortunadamente no me sonaron las tripas, pero tenia un hambre mezclado con gula y ansia viva que es que en cuanto dejaron de salir a saludar los actores le inste a mi chico a devorar algo en algún lugar cercano.

Él se reía, y yo salivaba.