El primer día de nuestra vida

El domingo 18 por la mañana nos dieron el alta. Al peque y a mí.

Llegamos a casa sobre las 10 y algo, ¡¡qué ganas!! Era el primer día de nuestra nueva vida. La de los tres.

Óscar seguía haciéndonos la vida bastante fácil, pero a mi aún no me subía (o bajaba, no se cómo se dice) la leche, y eso era un problema. En cada toma ponía al peque al pecho para que al succionar lo estimulara y me subiera cuanto antes, que es lo ideal, ya que en el hospital tuve que alimentarle con bibes de 20ml. Después de dos días completos, nada, ni rastro.

A la hora de la comida del domingo notaba el pecho como piedras, duro, y me dolía horrores. Y cuando digo horrores es que nada me podía ni rozarlos y de perfil parecía Pamela Anderson. Solo que morena, y con mucho más ojeras, claro.

Seguí los consejos que me dieron sobre lo de dar el pecho como ponerme toallas calientes en el pecho, o darme una ducha caliente. Nada. Lo intenté con el sacaleches. Nada. El peque rabiaba cuando le ponía el pecho por que obviamente no sacaba nada. Y el dolor iba en aumento. El hecho de acercarme al pecho la máquina succionadora era un completo suplicio. Los lagrimones se me caían mientras lo intentaba. Era frustrante (¡Con todo lo que había leido acerca de la lactancia materna!). Y muy doloroso. Me sentía física y emocionalmente hecha una mierda.

Al día siguiente, mi cara era un poema. No solo no pude dormir en toda la noche del dolor, si no que me encontraba fatal. Todas las contracciones pasadas y el dolor del parto eran ridículas al lado de este dolor.

Seguía sin salir nada de nada, y eso que mojaba la ropa. Y no podía más. Así que por la tarde nos fuimos del urgencias. Me vio un ginecólogo que después de explorarme (donde grité y lloré en cuanto me apretó el pecho) me recetó ibuprofeno nada 8 horas y la pastilla para que me no me subiera la leche, Dostinex. De hecho entré por la puerta casi pidiéndola por que la verdad es que no veía la luz al final del túnel.

Salí mareada y mi suegro y mi chico fueron a una farmacia de guardia a por las medicinas, mientras yo me sentaba en el sofá y cogía a mi chiqui entre mis brazos aún con lágrimas en los ojos, de esas que no acaban de echar a rodar pero que se atragantan en la garganta y escuecen.

El pobre me miraba como si me entendiera y me quisiera decir, mami, si me pongo fino a biberones… Por que la criatura se pone las botas en cada toma, ¡Cómo zampa!

Así que gracias a él y por él tiramos pa’lante.

3 comentarios en “El primer día de nuestra vida

  1. Siento que lo hayas pasado tan mal con la subida de la leche. Una se siente insegura y sola ante las dificultades, sobre todo con la avalancha hormonal y el cansancio típicos del postparto, sobre todo si no encuentras profesionales que te sepan ayudar. Pero bueno, puedes darle a tu hijo «hábitos saludables» de muchos modos más. Un abrazo.

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    • Gracias, sí se pasa mal, sí, e igual fueron las hormonas, pero me sentí fatal, con la etiqueta de «Malamadre» adherida a la frente, marcada por la letra escarlata…
      En fin, mil gracias por tu visita y comentarios! Es un placer 😉
      Por cierto, acabo de entrar en tu blog y cuan indentificada me siento con lo del tema bizcocho, jajaja, lo mío también es pa que me lo miren 😛
      Un abrazo fuerte!!

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