Diferencias entre niños y niñas o el abismo de Helm

Que existen diferencias entre los niños y las niñas es un hecho.

Nada nuevo bajo el sol.

Pero entre algunos hay más que diferencias. Hay abismos. Como si vivieran en mundos paralelos donde jamás llegarán a converger, aunque compartan el espacio vital.

No tengo muchos niños a mi alrededor, pero sí los suficientes para haberme fijado en esto, tanto con los sobrinos de Mauri, dos chicos, como con mis sobrinas, e hijos/as de amigos (pocos). Pero mi trabajo de campo se fundamenta básicamente en la relación Óscar/Chewy.

chewy_gordo_27_febrero_2014

Chewy es la hija de los padres frikerizos, como ya sabréis los que me leéis. La criatura en cuestión, a parte de ser un bellezón y simpática a rabiar, es lista la joía a más no poder, espabilada desde bien pequeña y dicharachera. Comparando a Óscar con ella, el gordo parece un trozocarne con ojos.

Es verdad que ella se sale de la media, me da igual en este caso niño o en niña. Es la excepción de las pautas de acción de cualquier niñ@. Habló (palabras sueltas, pero perfectas) y anduvo desde antes del año y siempre ha demostrado tener gran inquietud por conocer, aprender y diría que razonar. Es nuestra pequeña Bob Esponja. Lo absorbe todo (palabrotas included).

En nuestro obsesivo empeño porque se quieran, solemos quedar bastante los padres del portento y nosotros y he podido observar la interacción entre ambos y cómo es el comportamiento de los dos ante los mismos hechos. Cómo reaccionan, cómo aprenden y cómo descubren.

Mientras que Chewy  lo pilla todo al vuelo, repitiendo palabras prácticamente a la perfección, e incluso pudiendo mantener  una conversación con ella, mi gordo apenas responde a su nombre (se lo que estáis pensando: “Jodía, si le llamas Gordo, qué pretendes?” pero no, yo a él siempre le he llamo por su nombre, Óscar ^^).

charlaChewyOski_27_febrero_2014

De hecho entre ellos dos parece que tienen charlas (bueno, ella habla y él mira xD), pero se que Chewy necesita mayor estimulación de lo que le puede dar Óscar. Para compensar, el gordi le da besitos y a veces le intenta abrazar (“Vale, no soy Stephen Hawking, nena, pero conmigo nunca te faltará amoooog”), pero Chewy pasa bastante.

Mientras una ya sabe de liarte y reclamar lo que quiere cuando ella quiere, el otro es un bebote encerrado en un cuerpo de niño grande al que se le distrae fácilmente de su objetivo.

A una no la puedes poner Peppa Pig y olvidarte de niña (porque te mira del palo “Quítame a esta gorrina estúpida, léeme la segunda parte del Quijote”), y al otro le pones Bob Esponja en bucle y puedes irte a hacer pis  y si me apuras, hasta ducharte.

Con una puedes ponerte a dibujar páginas y páginas de maravillosos estampados que bien se podría vender a Ikea; con el otro creo que tan solo conseguirás una línea porque el lápiz acabará mordisqueado y lanzado por el salón a modo de flechas apahoes.

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Chewy actúa; Óscar observa pero no toma decisiones, y estando Chewy, por lo general,  hace lo que ella haga.

Chewy se concentra con un libro; Óscar te lo lanza a la crisma.

Óscar sigue usando de forma recurrente el “mmm” mientras señala con el dedo para indicar lo que quiere (hemos vuelto a la etapa de soymudito, las palabras las usa los días de fiesta y los de guardar ¬¬ ), mientras que la Chewy te lo dice a las claras, sin rodeos.

 que ver. Cada uno viene de su planeta, no se si de Venus y de Marte.  Verles juntos es una performance porque según el día, la cosa cambia. Hay días que la Chewy le deja caer algún beso, otros en que ni se miran, y otros en los que el gordo persigue a la Chewy como si fuera la mofeta al gato “Olalá, mon amouuuuug

Mis conclusiones son :

  • Aunque cada niñ@ lleve su ritmo, los niños y las niñas son diferentes. Hay un puñetero abismo entre ellos. Por lo general, ellos más bruticos; ellas más tranquis.
  • Óscar bebe los vientos por la Chewy.
  • Chewy prefiere a los niños de 11 años (confirmado por su madre). Snif...
  • Y que se lo pasan pipa cuando les da por jugar juntos (aunque sea de higos a brevas)

cuores_27_febrero_2014

Desmontando a Óscar

A mes y medio de cumplir 2 añazos (ay dios mío que me mareo y de pensarlo…) Óscar va forjando día a día su carácter, va a aprendiendo de las cosas más inverosímiles, y a aunque a veces parezca que está en la parra, se queda con todo, el joío crío.

Así que, si me lo permitís, voy a hacer una ficha de aquí mi churrumbelillo.

desmontandoaOscar_30_enero_2014

Es tímido y vergonzoso. Conforme fue creciendo, se fue haciendo tímido (sobre todo cuando empezó la guarde). Recuerdo cumpleaños infantiles pegado a mi pierna (y al bol de gusanitos ¬¬).

Se que no me creeréis pero aquí una servidora de pequeña era una tímida enfermiza, de las salían corriendo cuando le hablaban… Luego maduré (o no xD) y ahora no me da vergüenza casi.

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Es un niño sociable. Pese a su timidez, le gusta jugar con otros nenes, y comparte con ellos los juguetes y (very important) hasta los gusanitos, que eso lo he visto yo con mis propios ojos. Aunque las algarabías de gente tipo fiestas le agobian un poco.

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Es tranquilo por no decir que es un oso pardo (sobre todo en cuanto a dormir), aunque tiene sus momentos Atila-arraso-por-donde-paso. Como niño que es tiene su buen saco de testosteronas, y si hay que lanzar el mando a distancia a tomar por culo, se tira y punto. No hay dolor. No hay miedo.

Es un tragón. Pero esto ya lo sabemos todos 😉

Es maniático, como su padre. Con los cuellos de las camisetas, con los gorros, con las chaquetas… Parece que todo le molesta. No ha nacido nadie que le doblegue para calzarle un gorro y que dure más de 5 minutos en su testa rebelde.

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Es orgulloso y empecinado. Si algo no sabe hacerlo y le intentas enseñar, no le suele gustar. Hace como que pasa de ti y cambia de juguete, pero en cuanto te largas, vuelve a intentarlo él.

Es asquerosito y a la vez mu relimpio. Coge el plátano con verdadero asquito (usa dos dedos (pulgar e índice) y el resto bien estirados, rollo que ninguno más se contamine). Si se mancha las manos con restos de puré, o se le cae el moco, te viene raudo y veloz a buscar desde la otra punta de la casa para que le limpies.

Es cariñoso. Cosa que antes no era, vamos que me hacía la cobra. Ahora no, de vez en cuando (tampoco os penséis que esto es la Casa de la Pradera) me planta unos besos que vienen precedidos por un «Mmmm» que, ahora que no me oye, os confesaré que me dejan lela. Lo único que los besos que le doy tengo que dárselos por igual al mono Amelio, amigo fiel,  inseparable y baboseado, su querido amigo del alma. Drama es el día que lo metemos a la lavadora…

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Este es a grandes rasgos mi gordo relleno, cada vez menos bebé y más niño (16 kilazos y 88 cms de miniser). Me encanta descubrirle nuevas palabras,  jugar con él a tirarnos la pelota, y sobre todo a hacer bailes delante del espejo, hemos descubierto que le chifla! Y lo que más me gusta es cuando le pillo mirándome embobado y me echa unas sonrisas de Ops, pillada, se pone rojete de vergüenza y baja la mirada y…

Esperad que limpio el teclado de baba, a ver, un momento… ya.

Sí, pa’que nos vamos a engañar, toy chocha perdía con mi rollito de carne. Sin duda está en una etapa realmente divertida, me sorprende cada día con algo nuevo, sobre todo esas charlas en su idioma. Me río muchísimo con mi miniyo (que cada vez es más minimau) ^^