Pasito a paso

Estamos en esa difícil época en la que el peque se emociona levantándose solito y poniéndose de pie. Se balancea sujeto a la mesita como si se estuviera parcando un «Paquito el chocolatero», pero cada día se supera y va haciéndolo mejor.

Para andar es otro asunto, necesita ayuda, pero le pirra eso de estar en vertical. Imagino que mola ver el mundo desde más arriba, y sobre todo (intentar) hacer lo que hacen los «mayores«.

La mayoría de las veces, el problema es entender al gordi y qué es lo que quiere en cada momento. Deberían venir con manual de instrucciones alrededor del cordón umbilical, a modo de canutillo vital. Como una etiqueta tamaño bandera del Zara, pero ésta no la recortamos.

Mi día a día es un bucle infinito de las siguientes secuencias:

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Consecuencias directas: Yo estoy yendo a rehabilitación del hombro, y me temo que en poco tiempo le pediré que me de una ración extra de ultrasonidos de esos pa las lumbares… Jodo, ¡Estoy pa’los pollos!

Nota mental: Toy mayor.