III. Hermano mayor

Y queda la tercera entrega: Qué sucede cuando uno se hace hermano mayor.

Durante el embarazo de Éric, Óscar no mostró gran interés por el que es ahora su hermanito. Si bien cuando mis sobrinas me acariciaban la tripa y hablaban con el bebé, Óscar las imitaba. Cosa de segundos, ojo. Y al día siguiente la pelota que era mi tripa seguía pasando desapercibida para él. No le daba gran importancia. Tendría toda la vida por delante para interesarse o no por el brother.

Como ya habéis leído en anteriores entradas, pasé un puerperio fino filipino. Las hormonas me traicionaban constantemente en su loco viaje kamikaze hacia mi hipotálamo cortocircuitado. Pero cuando más lloraba era cuando venía Óscar al cuarto (esa estancia donde Éric y yo nos pasábamos las horas) a pedirme que echáramos una partida al juego de cartas de Cars y a demandarme atención en general (normal, de repente, su madre había sido abducida por un miniser, que eso nadie se lo explicó al pobrete mío).14_nov_2016_diariodeunaendorfina_hormonasEl caso es que en el hospital, Óscar pasó tres kilos y medio del bebé. Estaba claro que la nueva situación, por más que se la hubiéramos explicado, le era totalmente ajena. Éric le trajo de regalo el camión de Cars, y se dedicaba cada día que iba a visitarnos a jugar en el suelo con él y a ignorar al resto de los humanos que se hallaban en la habitación. Miento, a su padre sí que le hacía caso, le abrazaba y le besaba como si le fuera la vida en ello. A mi, quizá por estar con el bebé, ni se acercaba. Un trocito de mi corazón se iba desprendiendo cuando me evitaba. Eh! Sabía perfectamente que había que darle su tiempo y espacio, pero como os digo, las hormonas estaban ahí, locatis perdidas, apretando la garganta, metiendo el dedo en el lagrimal…

De vuelta a casa, y con bebé perdiendo peso y yo para que me picaran los pollos, el pobre mío debió pensar que aquel miniser había transformado a su madre en un zombie. La primera semana en casa Óscar parecía respetar el nuevo estatus, quizá por ser la novedad y observar desde la distancia. Pero poco a poco pasó de evitarme a buscar hacerme daño. Se que de forma inconsciente, que es un niño, pero mi corazón seguía deshaciéndose en una madeja de sentimientos encontrados. Me decía cosas para hacerme daño, se enfrentaba a mi e incluso llegó a pegarme en varias ocasiones. Y cuando yo intentaba dialogar con él y acababa llorando, más me atacaba. Supongo que había dado con mi talón de Aquiles, ese que yo le había tocado a él cuando se sintió desplazado por el nacimiento del hermanito.

No os negaré que la doble maternidad se me hacía bola. Menos mal que el pater añadió a su baja paternal tres semanas de vacaciones porque me hubiera dado un ictus entre las preocupaciones, el no dormir y mi cuerpo jota.14_nov_2016_diariodeunaendorfina_argComo consejo, el pater me sugirió que me mantuviera firme o en su defecto, que intentara pasar de Óscar cuando éste me atacaba, ya fuera verbal o físicamente. Dominar a las locas de las hormonas me costó la misma vida pero logré no solo no llorar cuando me iba a pegar o me insultaba, sino ignorar estos hechos o intenciones y por supuesto decirle muy asertivamente que no volviera a pegarme.

Como todo en esto de la maternidad, es un ensayo-error, ensayo-error…

Pero parecía que la cosa mejoraba, aunque lo que verdaderamente fue un antes y un después en la nueva relación, fue el día que Mauri y yo hablamos con Óscar y le dijimos algo que era obvio pero que es necesario decir mucho más a menudo de lo que lo decimos. «Te queremos mucho, Óscar, y ahora las cosas son diferentes porque ha nacido un hermanito con el que jugarás mucho, pero te seguimos queriendo igual o más! Si vas a ser el mejor hermano mayor del mundo mundial, ya lo verás, ¿a que sí? Eres el mejor, cariño, gracias por ayudarnos, sin ti no podríamos hacer esto»

No encuentro adjetivo para calificar el mega abrazo que nos dio Óscar. Lo reconfortante que fue. La luz que desprendía la sonrisa de mi niño. Los trocitos de corazón que semanas atrás se fueron cayendo, los recompuso él mismo con el suyo. Tan pequeño, tan generoso… Tan sensible. Confieso que no daba un euro por aquella charla, pero esas palabras, pausadas y por supuesto lideradas por el pater (no estaba yo en mi momento más zen) de repente lo pusieron todo en su sitio. Como un gran RESET.

Luego vino el colegio y acabó de poner todas las piezas en su sitio. Bendita rutina.

Y como un título de cualquier película de la sobremesa de Antena 3, volvimos a empezar. Y al tomar la decisión de dar biberón a Éric, pude empezar a hacer cosas a solas con él, y la cosa gano 1.000 puntos más. Tiempo para él. Espacio para los 2.

Desde entonces la cosa ha ido rodada, le pillo contándole sus cosas al bebé, poniéndole el chupe, cantándole canciones… Yo me derrito viva, ya imaginaréis…

Cuando Éric empiece a hacer monerías ya os volveré a contar, jajaja, pero por lo pronto, Óscar se ha graduado en el mejor hermano mayor around the world 🙂14_nov_2016_diariodeunaendorfina_graduado

5 frases que toda embarazada debería neutralizar

Porque sí. Hay frases y frases. Y vale que no soy primeriza, y no voy con ese miedo tatuado en la frente, con el canguelo en el cuerpo después de que la prima segunda de tu madre te haya contado su horrible parto de 27 horas con pelos y señales. Pero me vais a perdonar pero hay frasecitas que no hay por donde pillarlas.

Lo curioso es que la mayoría de ellas, por no decir casi todas, son de desconocidas o vecinas -que apenas conozco (bien podría ser una sección del mítico señoras que), que te las sueltan así a bocajarro y yo que soy un poco retarder me quedo como si me hubiera dado un aire, incrédula, ojiplática y muda. Bueno, no siempre, que una tiene su límite, pero por lo general, flipo in colors.

También os confieso que mi estado zen de preñati-gorda-feliz-me-resbala-tó hace de paraguas. Pero la verdad es que no deja de sorprenderme y bien merecía el tema un post.

Estas son algunas de las perlas que me han soltado en este segundo embarazo:

1.- «¿Y ese bombo? ¿Vas a parir ya no???» Frase Top Ten. Una de cada 2 señoras me lo dicen.

  • No señora, me quedan 4 meses majetones por delante…
  • Pues esa tripa no es normal, niña 
  • Usted sí que no es normal -pienso

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2.- Teorías varias sobre los años que tienen que llevarse los hermanos.

Señor, llévame pronto, pienso, cuando en la cola del súper la señora de delante me dice que 4 es muchísimo y lo ideal es entre 2 y 3. Mejor 2 y medio. Y puntopelota.

«Llega tarde, señora, el bollo ya está en el horno»

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3.- ¿¿¿Otro niño???

Sin comentarios

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4.- ¿Y lo buscabais?

No, señora, nos lo encontramos una noche con una botella de Rioja entre pecho y espalda.

¿Qué coño de pregunta es esa????? Esta es la que más locatis me deja.

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5.- ¿Para agosto? Madredelamorhermoso -se santigua como si yo portara la semilla del diablo inside-, ya verás qué mal lo vas a pasar.

Ole y ole.

Gracias por la info, señora. Me lo apunto para comprarme un abanico.

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Así que, amiga preñati, por el bien de tus endorfinas en general y tus hormonas en particular, debes aprender a neutralizar el impacto de estas frases, porque igual las hormonas pueden jugarte una mala pasada y no hay necesidad ninguna de que te amarguen ni mucho menos que te alteres por ellas. Tú a lo tuyo, que Señoras que (opinan) haberlas, haylas, y por todos lados, así que mi briconsejo es, sobre todo si eres primeriza: pasarse todas estas frases por el real toto.

Y ya si tienes mi capacidad de desconexión neuronal (al más puro estilo Hommer Simpson) y eres capaz de visualizar un pedazo de donut relleno de chocolate mientras te sueltan la frase de rigor, liberas endorfinas a cascoporro.

Fácil, sencillo y para toda la familia, oiga.

Operación Cacona in da haus

Antes de meterme de lleno a contaros nuestra Operación Pañal (y digo nuestra porque no solo fue de Óscar, su padre y servidora, sino de sus abuelos, tíos, tías y de quien tuviera a bien cruzarse la criatura) tengo que agradeceros todos vuestros comentarios llenos de ánimo y buenas intenciones.

El blog en particular y el 2.0 en general me han regalo momentos y personas excepcionales, pero jamás pensé recibir tantísimo calor en los momentos ploferas. Que sepáis que me habéis ayudado mucho y he recibido vuestros abrazos como si me los dierais en persona ❤  

Realmente ha sido terapéutico escribirlo y sobre todo, compartirlo ¡¡¡GRACIAS!!! 

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Y qué decir de mi mundo 1.0… Tengo la inmensa suerte de tener una familia y unos amigos de quitarse el sombrero. A ellos les dedico este precioso artículo de la amistad tan bien escrito por Rosa Montero.

Ya estoy mejor, al menos físicamente ya no duele nada y eso es todo un puntazo. Ahora toca desalojar a el último grupo de hormonas que se niegan a irse y que hacen que me emocione con facilidad. Sé que es pronto, sé que es bueno echarlo todo pa’fuera. Pero prefiero estar ocupada y no darle muchas vueltas; confieso que a veces la cosa más insignificante me lo recuerda y la garganta vuelve a picar. Poco a poco.

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Así que si os parece, os cuento nuestra experiencia quitapañalera

Este agosto se me ha hecho más largo que un día sin pan. Es lo que tiene pillarte las vacaciones en julio. Que agosto se te hace bola, y más si estás las 24h con el peque (asalvajado, sin rutinas, todo fruto de la estación estival y sin guardes de por medio) en casa, trabajar y estar pendiente de que la criatura no deje mojones por el pasillo. No hija no, que decía Ozores…

[Si a eso le añadís los efectos del embarazo tales como sueño demoledor todo el día y grados de temperatura extra en my body, ya os imaginaréis, el Increíble Hulk y yo, primos hermanos…]

A lo que íbamos… Durante el mes de mayo la profe de Óscar nos recomendó sentarle en el váter y/o orinal para que se fuera familiarizando, con la promesa de que después de un mes el crío lo empezaría a pedir.

El resultado de este mes dándole el coñazo con el tema (cuentos, preguntas, hablamos y hasta le he cantado el Rap de la Cacona in da haus) e intentándolo ha sido (y siempre sentándole nosotros, él solo lo pidió una vez):

  • 3 gotas de pis
  • 2 pises completos
  • Y 2 caconas (Una de ellas accidental de apretar demasié y otra que le puse yo corriendo al verle apretar)

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A finales de junio, le comenté a su profe que quería quitarle el pañal y ver qué tal. Me dijo que no estaba en absoluto maduro y me hizo desistir.

En vista de que las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina, y no es plan de pretender en dos días que la criatura no se meara en un avión durante 2 horas y media y en un viaje en coche de 8 horacas, aceptamos barco.

Durante las vacaciones, y sobre todo en la playita, al estar en pelotingas all day, le pudimos enseñar a mear de pie, hecho que le maravilló y más a nosotros que empezó a pedirnos pis :_)))) Eso sí, caca not found ¬¬

A la vuelta de las vacaciones, a finales de julio el pañal iba fuera sí o sí, el cole estaba a la vuelta de la esquina y su sombra era alargada. Aquí empezó la verdadera Operación Cacona in da haus (o donde fuera pero no en sus calzoncillos ¬¬).

La primera semana, como es normal, fue un poco desastre. Se meó encima unas 5 veces, y caca todo el rato. Tanto fue la cosa, que acabé cansada de lavar gayumbos y muchos de ellos fueron a la basura directamente.

Cuando yo ya no daba un duro por nuestra Operación Cacona in Da Haus, Óscar me dió un ZAASS en toda la boca para hacérmela callar y quejarme menos: Para la última semana de julio, el pis lo tenía controlado, y además lo pedía, ¡BIEN!

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Pero la caca… Error, not Found.

Y ahora llegamos al infierno del mes de agosto: el gordo y yo, solos, cara a cara, pillándonos manía mutua, sudando la gota gorda, poniendo los ojos del gato de Srek a la poca gente -con piscina- que quedaba por los Madriles… Porque solo en remojo nos aguantábamos.

Y aunque el pis lo controlaba a la perfección: de pie, en orinal, en el váter, en la calle…. Los días pasaban en el calendario y aquello era el día de la marmota: Caca sobre caca en el calzoncillo. A veces le pillaba apretando en una esquina y me daba tiempo a sentarle en el orinal (no hay forma que la haga en el váter), y las más de las veces, se lo hacía encima y además te lo negaba con alevosía (y a veces también con nocturnidad).

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Y así fue todo el mes. TODO. Un mes para el recuerdo.

Dos meses después de empezar con la retirada de pañal (por el día), empezó el cole, y sé que allí no se ha hecho caca (a veces ni pis, cuando le voy a recoger hemos tenido que parar «a regar un árbol» porque no llegábamos -secos- a casa).

Hablamos mucho (o hablo yo y él hace que escucha, pero ésto da para otro post ¬¬) de los amigos del cole, que son ya muy mayores y cómo todos piden a la profe ayuda para ir a hacer pipí o cacona en el váter. Creo que esto le ha ayudado mucho (lo de los amigos, que es mayor y todo eso). Si bien en casa se lo ha hecho encima alguna vez, hay días (ayer mismo) en los que me ha pedido hacer un número 2 (por llamarlo de otra manera) y yo, qué queréis que os diga… Canto el rap de la Cacona in Da Haus, lo bailo, lo gozo, le doy un aspito, le hago la ola y creo que hasta lágrimas con caritas sonrientes me salen. Mientras él me mira sonriente, sentadito en el trono, pensando que su madre está chalá perdía.

Y no le falta razón a la criatura.