5 datos de Óscar a las puertas de los 3

En dos semanas y pico mi gordo se va a calzar los 3 añacos. Confieso que en mi confluye el orgullo y el vértigo. El orgullo de tener un hijo tan bonico, sano, grandote y salao (Qué voy a decir yo… Aunque también cabezota y obstinado) y el vértigo de ver pasar el tiempo a toda velocidad sin ser muy consciente de los kilómetros/hora a los que está pasando todo.

Como siempre digo, la memoria es blandurri y selectiva, sobre todo la mía, de Dori total, la colega del padre de Nemo; así que quiero hacer un resumen de lo más característico de Óscar como si lo contara él mismo. Y con característico me refiero a que forma parte de su rutina estricta, marcada por él, que aquí mi amigo es tan cuadriculado como su padre y abuelo.

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¿Por qué esa manía con que me aprenda los %&$!! colores? No, no me entran y todo el mundo se empeña en preguntarme de qué color es esto o aquello. ¿De verdad? Sois muy pesados, me da igual.

Además, un día que por fin me aprendí el azul, el rojo y el amarillo, pregunté a mamá de qué color era mi mono Amelio y me soltó que marrón… WTF?? 

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Puedo pasarme todo el día haciendo puzzles como un loco, desde que me levanto. Piezas grandes, pequeñas, irregulares, de madera o de cartón. A veces se me olvida recogerlas y las voy repartiendo por la casa. Noto la mirada de mi madre en mi cogote que suele acompañar de un bufido. Yo me hago el longuis. Pero no me digáis que no mola encontrar una pieza de puzzle de Peppa Pig con los tenedores. Soy un visionario.


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Me gustan los cuentos pero a mi ritmo, nada de una hora delante de una página habiendo tantos dibujos como hay en cada página y libro. Prefiero centrarme en las ilustraciones, que mamá o papá me hagan un breve resumen (o un titular casi mejor) y venga, al lío.

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Veo números en todas partes, la A es un 4, la I un 1 y la G un 6 hermosísimo. Me gusta contar y la resta también la domino. Cuando paso del 10 me invento los nombres. Lo dicho, un visionario.

 

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Me flipa el coche. Me mola conducir, ponerme el asiento del piloto y hacer que conduzco, imitar a la fitipaldi de mi madre al volante («Venga, vamos, hoooombreee, leeentoooo»), poner el coche en punto muerto (con el freno de mano aún no puedo, pero todo se andará), poner y quitar las «warning», dar las largas a la vez que el parabrisas, así todo a la vez para que mi madre se cortocircuite. Está muy graciosa con ese tic en el ojo. ¡¡Soy el rey del mundo!!

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Así es Óscar, un chavalote por lo general tranquilo, pero con carácter, que sabe perfectamente lo que quiere y cómo lo quiere. Aunque a veces lo cambiaría por una sesión de spa, es mi gordito bonito, me meo de la risa con él, con sus palabros inventados y con su cuadriculez, ¿Cómo alguien tan pequeño puede tener las cosas taaaan claras? Me lo explique usted que yo tengo taitantos y sigo dudando con todo, oiga…

Ah!! Agradeceros a tod@s la gran acogida que le habéis dado a Bitmater!! Estamos ojipláticos y entusiasmados, ya somos más de 170 usuarios!! Aún queda mucho por hacer, así que estad atentos 🙂 

El ansia viva de mi niño

En mi casa nos hemos llamado entre nosotros de siempre gordo/a, como un apelativo cariñoso. Y también porque lo estábamos, rellenitos, de buen año, orondos, hermosos que nos decía con orgullo nuestra abuela. Recuerdo alguna vez llegar a casa del cole triste porque alguna niña mamona de clase no me dejaba jugar a la goma porque estaba gorda y que mi madre me convenciera que no lo estaba, que lo que pasaba realmente era que «teníamos los huesos fuertes» (me de-so-ri-no ahora). Acabáramos…

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Siempre hemos sido de comer. Con el tiempo (sobre todo desde que volamos del nido materno), nos hemos ido relajando, y aunque mis hermanos sigan dando palmadas y canturreando cuando mi madre se presenta con la paella en el comedor los domingos, no somos tan ansia viva. Bueno, a mi hermano pequeño no lo cuento que sigue viviendo con ellos y por ende, sigue teniendo el estómago «domesticado» (por no decir dado de sí) por las abundantes comidas de la mía mamma.

Mi hijo recogió con honores el título de familia de «gordo» por ese ansia viva que le ha caracterizado desde su nacimiento. Desde esos primeros meses cuando berreaba y creíamos que era por los famosos y temidos cólicos del lactante y era simplemente que quería más chicha.

Ya se ha relajado un poco, le llamamos más por su nombre, Óscar, y aunque sigue teniendo saque, es capaz de dejar algo en el plato y decir «mamá, no mais« (tiene un acentillo entre galego-portugueis de lo más gracioso). Y cuando se acaba su plato dice muy orgulloso «¡Mamá! ¡Todo, todo!»

Con lo que arrasa, ya se haya comido un buey antes, es con los gusanitos y aperitivos varios. Es un ansia viva en su término más amplio que es arrasar hasta que no quede nada. Y si tiene que zampárselos de 20 en 20, pues se hace y punto. A veces hemos ido a cumpleaños y le he tenido que separar llorando de la mesa de la comida pidiéndole que jugara un poco con los demás niños, leñe, que parece que no ha comido en una semana.

En fin, os cuento esto para poneros en situación: Fiesta de la guardería, padres, madres, profes, niños campando por el centro y mesas bajitas con aperitivos (Danger, Danger!). Óscar localiza su objetivo (un bol generoso lleno de patatas fritas) y no se separa de él ni deja meter la mano a nadie más. Le llamo la atención varias veces para que comparta y sobre todo, que las coma de una en una y despacio, pero…

22_enero_2014_diariodeunaendorfina_Mama_TodoTodoSí, el gochaco de mi hijo se zampó todo el puñetero bol él solo en cuestión de 1 mísero minuto y para más inri me mostraba con orgullo el recipiente vacío para sorpresa de madres y padres que no habían catado patata frita alguna.

Seguimos trabajando en el ansia viva, pero me temo que esto nos llevará un tiempo… O toda la vida :S

Relaxing mom

[AVISO: Post ñoñete-reflexivo_Porque detrás de un proceso vírico, la neurona a veces reflexiona. A veces.]

Después de dos años y medio de experiencia como madre, con las preocupaciones propias inherentes a cualquier madre/padre primerizo, porque todo es nuevo y la cosa va de ensayo-error, ensayo-error hasta que das con tu WayOfLife en esto de la m/paternidad, puedo prometer y prometo que estoy en la senda de ser una Relaxing Mom.

Debo decir que el gordo fue canela en rama de pequeñín, no lloraba nada (o lo justo, cuando tenía hambre), se lo jamaba todo, cagaba como un mirlo, y sonreía a cualquier chorradilla que yo le hiciera, ¿Qué más se puede pedir? Pero durante el primer añito de vida también sufrimos el pack maligno de las -itis, tales como la bronquilitis, conjuntivitis, otitis, amigdalitis… Y claro, tener que enchufar a la criaturica ventolín, aerosoles, o verle toser como un perrete con tubercolisis, el cuore se te sale por la boca, la verdad.

Una sufre, quizá no en silencio, porque rajo cosa mala, pero, y perdón por la perogrullada, vamos a ver, los viruses, como los moratones  forman parte de la vida. Se va a poner malito y una no puede hacer nada para evitarlo. Así que, como canta la princesa Elsa en Frozen, «Let it goooo» y que el cuore se pose en su sitio. Que corra, se caiga, comparta bacterias con los compis, que ría, que salte…

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El corazón volverá a mudar de sitio, esto viene implícito con la maternidad, sube y baja, pero el espíritu de Relaxing Mom se ha apoderado de mi. Sigo vigilante de sus toses y mocámenes, de sus porrazos por las esquinas, de sus caídas libres haciendo el bruto… Pero me lo tomo todo como un devenir propio de la vida. Y de la escuela infantil, claro, que se van pasando los virus como si fuera una litrona en un botellón y los mordiscos como perros enrabietados.

Soy una Relaxing Mom, que a veces le gustaría estar/ser más relaxing.  

Soy una Relaxing Mom cuando hay personas que se llevan las manos a la cabeza cuando descubren que Óscar se chupa el dedo.

Soy una Relaxing Mom cuando me dicen que debería intentar quitar el pañal al peque y que haga pis y cacona en el váter.

Soy una Relaxing Mom cuando me dicen que Óscar debería hablar más y mejor…

Soy una Relaxing Mom cuando veo a mi churrumbel feliciano. Porque me hace feliz a mi, y la rueda se completa, porque entonces, es cuando llega el verdadero relax.

Mi gordo siempre ha tenido su propio ritmo, y no voy a ser yo quien lo cambie.

Esta Relaxing Mom no tiene prisa, «Prisa mata» que decían en Chaouen mientras esperaba por un té moruno más de una hora… Así que esta Relaxing Mom con su relaxing churrumbelillo se van a dejar llevar un poquito, ¿Cantas con nosotros? Let it goooo, Let it goooo…

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50 sombras de Fina y Extrafino (=Óscar)

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