Por lo general me gustan mucho las cajas y aprecio mil los detalles de Nonabox.
Unas veces he podido aprovechar más las cosas que otras. Pero en esta ocasión he de destacar la preciosa iniciativa de NaviDAR, donde preparas una de las cajitas de Nonabox con cosas que quieras dar para que una mamá y su bebé puedan recibir un regalito en Navidad.
Además, vienen todas estas cositas:
Un cochecito de Vikingtoys, un coletero en forma de flor de Cuini que regalé a mi sobri, un minicuentito de Una mamá maravillosa, un par de cambiadores de Moltex, unas papillas de frutas de Ella’s, un adorno para nuestro arbolito de navidad, una crema con color para una servidora y un no-biberón o cantimplora (no se como llamarlo!) con pajita que le flipa a Óscar porque ahora le ha dado por tomarlo todo en pajita como los señores.
PD.- Iba a hacer un dibujito de Óscar con su no-bibe pero se me ha cachuflao el lápiz de mi tableta gráfica… Un drama, oiga…
Hace un par de fines de semana estuvimos con los frikerizos en Salamanca, comiendo como auténticos orcos y disfrutando de un tiempazo y unos paisajes de cuento.
Teníamos ganas de hacer una escapadita. Mrs P. se puso en contacto con @BabyRural, que nos recomendó, entre otras, la casa rural Candela y Plata en Puerto de Béjar, Salamanca.
Cómo ya cuentan los frikerizos en su post, la casa no podía ser más bonita y Cristina, su dueña, más encantadora. Nos trató con muchísimo cariño y atención. Nos aconsejó lugares donde comer y cositas que hacer por la zona para ir con los peques.
El sábado, tal cual llegamos dejamos los bártulos y nos fuimos como lobos a Hervás, un pueblito que Cristina nos había recomendado para comer carnaca en La Vaca Brava.
Yendo hacia el sitio, tuvimos que parar en una especie de feria que había en el pueblo, porque vimos unos panes, unas hogazas, taaaan ricas que dijimos «¡Pa la merienda!». Somos orcos con denominación de origen como veis, jajajaja
Porque iba con Becky a mi lado, que le hubiera echado mano a la superhogaza que pillamos… ¡Gensanta qué hambres nos gastábamos!
Pedimos como solo los orcos piden, a lo bestia, y los platos no nos defraudaron. ¡Qué pasada! Estaba todo delicioso, a destacar el secreto ibérico que quitaba el sentido (y estar al lado de la chimenea y comer como una bestia parda, también quitaba el sentido, jajajaja)
El paseo postcomilona era más que obligado. El pueblo precioso… Pero ojocuidao con las cuestecitas. Cero baby friendly!! (por los carritos, digo)
Entrada la tarde volvimos a la casita rural para bañar a las fieras y jugar un poco en la fantástica sala de juegos que tiene la casa. ¡Qué de cosas chulas! El gordo se agenció un volante de juguete (ideón para estas navidades, jiji) y la Chewy varios Action Man desnudicos a los que paseaba en una sillita de paseo rosa con todo el amor que solo la padawan sabe ofrecer a un Action Man relegado a un cajón de juguetes 😛
También gané una partida al dominó de animales a Mr. P 😉
La cena tuvo lugar en la misma casa rural y solo puedo decir que estaba deliciosa. Si el gordo no hubiera vomitado la tortilla francesa (es un ansia viva y se la zampó demasiado rápido) hubiera disfrutado más, jajaja, pero con los niños ya se sabe, cada día es una aventura 😛
Nuestras habitaciones estaban comunicadas, cosa que me parecía superdivertida. Me imaginaba hablando hasta las mil, contando chistes, e incluso cantar en play-back… Ilusa de mi. Somos unos orcos viejunos y unos muertosmataos. Esto es así y los pimientos son asaos… Vamos que nos quedamos desnucados los cuatro durmiendo a los gormitis de nuestros hijos…
Por la mañana yo me levanté con un hambre que daba calambre. Cuando bajamos a desayunar y vi todas las cositas ricas que Cristina nos había preparado, se me volvieron los ojos del revés… ¡No sabía por donde empezar! Y el gordito que no tenía nada en el estómago, imaginaros… ¡Devoramos!
Para aprovechar el domingo, Cristina y su marido nos recomendaron una ruta para ir con los peques a cuestas. Nos dejaron una mochila pal gordi, que aunque al principio se resistía a subir, después no le quedó otra que asumirlo e incluso en algún momento le vi hasta cabecear. La Chewy, frita, oiga.
La ruta por el campo estuvo genial, hacía un día precioso de invierno, con un sol enorme, el cielo despejado y los colores del otoño se veían especialmente vibrantes.
Como ya os imaginareis, a la vuelta de nuestra ruta, a parte de la espalda pa los pollos que se le quedó al papuchi de Óscar, estábamos caninos.
Cargamos el coche, nos despedimos de Cristina, e incluso del baby gatito que pululaba por el jardín de la casa, y nos fuimos a Candelario, otro pueblo chulísimo que no podéis dejar de visitar si vais por la zona.
Fuimos a comer a El Ruedo, un sitio donde comimos muy muy bien, altamente recomendable. Antes de volver a los madriles, dimos una vuelta por el pueblo para bajar la comida. Hacia una tarde estupenda como veis en las fotos ¡No parecía un domingo pre-lunes petardo!
Una escapada de 10, el lugar idílico, la meteorología amable, la comida generosa y la compañía, inmejorable 😉
Haz click sobre la imagen si quieres saber de qué va esto 😉
Mi casa me gusta. Lo que más, el salón, que es grande y espacioso, y cabemos nosotros tres, los juguetes de Óscar, el tendedero, los sofales, la mesa, las sillas y el resto del caos que nos acompaña siempre. Sin embargo tengo una cocinita de Pin y Pon, que entre mi poco tiempo, su tamaño unipersonal y las cero ganas de cocinar que tengo, hacen que la pise poco.
Pero aunque así sea, aquí una servidora tiene que hacer cenas al pitufo y tuppers pa la ofi, así que no me queda más remedio que meterme en la batcueva.
Otro problema que tiene la batcueva es que la campana extractora es de cartón piedra, propia de las cocinitas de juguete, casi casi como la mía. Cada vez que frío algo, la enciendo. Aquello suena como si estuviera al lío, pero después descubro que toooda la casa, en concreto el salón que colinda con la cocina, huele a pescado, a lomo adobado o a tortilla papas. Y me da rabia, porque aquí servidora compensa su miopía con un olfato que riéte tú de los perros sabuesos.
Soy tiquismiquis con los olores, no lo puedo negar, no me gusta que me huela la ropa a comida o lo que sea (era lo que peor llevaba cuando fumaba), y menos en una estancia donde no he cocinado. Ventilo siempre que puedo. Pero con este fresquito a ver quien es el listo que abre la ventana…
Cuando se puso en contacto conmigo Humydry seguía siendo escéptica. Había probado tantos tipos de ambientadores que pensé que la solución pasaba por no coger una sartén never more…
Humydry es una empresa que hace antihumedades, ambientadores pero también neutralizadores de olores. Aaaaquí quería yo llegar.
Llegó a casa el paquete, a parte de un tarro y un frasquito para el bolso de FreshWave (neutralizador) incluía un antihumedad.
El neutralizador lo tenía clarísimo donde iba a ir (¡Al salón!), pero ¿El antihumedad? ¿En Madrid? Y se me encendió la bombilla, esa que a veces parpadea como si se fuera a fundir… El cuarto de baño. Nuestro cuarto de baño no tiene ventana, ni interior, ni exterior, ni na de ná. Cuando uno se ducha se acumula el vapor tanto llegando a unos niveles de humedad, que los albornoces y toallas no se acaban de secar del todo. Un rollo. Y una guarrería, porque el señor Moho ha aparecido más de una vez.
Así que allí lo enchufé, rodeado de mis trastos, en lo alto de la estantería. Es superfácil de usar, y en una semana pude ver como el recipiente de plástico se iba llenando del excedente de humedad. Después de un mes, este es el resultado:
Volviendo al ambientador, os diré que el olor es fresco ( Ojo! no acercar las narices al tarro que te abre las vías respiratorias y las branqueas también, juas!) y efectivamente absorbe y neutraliza los olores. La noche de ayer sin ir más lejos Óscar tuvo un momento Niña del Exhorcista y el pestazo era sustancial. Es dejar el tarro abierto en la mesa, y al rato se obra el milagro…
Si la casa donde vivo fuera mía, lo tengo claro: tiraba el tabique que separa la cocina del salón y me quedaba una estancia al estilo familia yanki de peli yanki de Antena 3 por la tarde… Eso sí, sin madre entregada que hace el desayuno a todos 😛
Este diario me ha dado muchas satisfacciones. Pero sin duda, una de las mejores ha sido la de desvirtualizar a los colegas de esta nuestra comunidad 2.0.
Jamás llegué a pensar que internet me podía ofrecer un mundo tan rico donde explorar y compartir mis preocupaciones, alegrías y paranoias maternofiliales y/o no, con otros tuiteros dicharacheros, blogueros, papás, mamás, o libres de fieras.
Y ese mundo se ha entretejido tanto con el 1.0 que a día de hoy cuento entre mis amigos con blogueros y blogueras, con los que siento tal grado de afinidad y empatía y a los que profeso tal cariño, que me gusta pensar que era nuestro destino encontrarnos. Llamadme romántica. O flipada. Lo flipante y maravilloso es que estas cosas ocurran en el 2.0.
He aprendido un montón de cosas, he vivido otras tantas, he conocido a gente espectacular, y me he sentido y me siento parte de algo muy grande y especial.
Desvirtualizar mola. Mola mucho. Por poner un ejemplo, que haberlos haylos (a cascoporro!), cuando conocí al comando sureño, ¡No quería irme! El reloj se volvió loco y estoy convencida que adelantó el tiempo!!! Me hubiera quedado con ellas allí, en el parque de la Alameda pa’siempre, con nuestros churrumbeles pululando y nosotros tomando cokes mientras nos contábamos la vida como si cada tarde hiciéramos exactamente lo mismo; Os juro que me hubiera quedado al solecito de la plaza de la Giralda con la gnomita persiguiendo palomas. Sensación cálida, única y maravillosa, como de andar por casa.
El #8J, otro momentazo para la historia… Pude poner cara a toda esa gente que siento que conozco de siempre, y reírme a rabiar. Si fue memorable fue gracias a la ilusión de tod@s nosotr@s.
Y si la desvirtualización se convierte en amistad, ya es rizar el rizo y elevar el buenrollito al cubo. El feeling que tenemos con los frikerizos es magnético (vez que quedamos, vez que ya estamos pensando cuando volver a vernos), familiar (como de toda la vida) y plural. Y digo plural, porque el padre endorfino es friend for ever del padre frikerizo. ¡¡¡¡Y eso os prometo que es la releche!!! Aún nos queda pulir la relación del gordo y la padawan que se ignoran bastante, pero tiempo al tiempo 😛
He encontrado -y lo sigo haciendo- gente maravillosa al otro lado de la pantalla, personas que me brindan todo su apoyo y cariño aunque sea en la distancia. Me encanta. Me maravillan. Me flipáis.
Por supuesto hay con quien no congenias o con quien la cosa no fluye, gente que te deja plof, pero es que no puede ser todo perfecto. Aún así, el respeto es tácito, y eso es la mejor demostración de que esta comunidad virtual funciona.
Pero he de decir que son los menos de los casos. O al menos yo que soy una flowerpower procuro no quedarme con eso. A veces ni me entero, ojocuidao, que igual no es flowerpower si no empanamiento así al ras…
Cada vez que tengo una pizquita de tiempo, me zambullo en algún blog, porque lo cierto es que me encanta conoceros cada día un poquito más, obí-obí, obí-obá… ¡Me quedais aún taaantos por desvirtualizar!
Me vais a permitir que haga un inciso en esta oda a la desvirtualización para felicitar a mi chico que hoy le cae una castaña más, ¡Felicidades amore! Espero que tengas un día estupendo, ailoyuuuu, muaaaa. ¡Ah! Tu hijo también te quiere decir algo:
Esta noche te achucharemos como es debido ;D
De todas las cositas chulimolonas que trae nuestra cajita Nonabox, sin duda Pepe es nuestro preferido. Más mío que de nadie, porque, entre vosotros y yo, me lo he agenciao, es tan chiquitico y tan rebonico él… Es más tierno que la primera rebanada de Pan Bimbo.
Además del broche de Pepito, nuestra Nonabox también viene con una careta superchula que voy a agenciar al pitufo mañana para el cole (sí, soy una malamadre, y me ha pillao el toro); unas pinturas para la cara terroríficas; una cremita pal culete Mitosol; un bote generoso de aceite de coco Miraur con el que pretendo chantajear al marío, masaje mediante (risa maligna: Muaaahahaha) para conseguir cosas; un colgante para el gordo lo roa a gusto, un chupete de la abeja Maya que me ha teletransportado a mi infancia, bocata chorizo y lata Trinaranjus en mano; y un baberito monérrimo.
Aún le estoy dando vueltas pensando donde colgar a nuestro Pepiño ¿Del bolso? ¿de la solapa del abrigo? ¿de la lamparita de noche? ¿En el coche? Se aceptan ideas!!
Diario de una endorfina 