Vacaciones… con niño

Cuando pienso en vacaciones, pienso en esto:

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Vacaciones…

Vacaciones con niño…

Y yo me pregunto ¿Computan como vacaciones?

¡NOT!

Mira que me lo habían avisado. Me lo dijeron y repitieron.

«Ya verás cuando lleguen los terribles DOS añitos» me advertían abriendo mucho los ojos. Y sí, vale, algún hecho aislado, alguna trastada, alguna rabieta…. Haberlas, haylas. Pero lo de estas vacaciones es para rebautizarlas como

Los terribles 2 añitos y 4 meses o la fiera de mi niño que los tiene a picos

porque JODER cómo las gasta aquí mi amigo… Pasa de angelico con aura inmaculada a demonio de Tasmania en cero coma.

Solo puedo decir que bendita rutina…

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Algunos hits del verano, by Óscar:

– Sacarle del agua (o intentarlo) después de tres horas con los labios morados. Habemus pollo. Pero no asado ni al ajillo, pollo nivel hincar las rodillas en el suelo y echar los brazos al aire mientras alternaba la palabra «agua» y gritos de loco hasta taladrar el cerebelo a todo el mundo que nos miraba como si le estuviéramos sacando del agua con pinzas de depilar.

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– Ponerle un plato de algo que LE GUSTA a la hora de comer y que se remueva en la trona como poseído al grito de «Noooo» y berrear en Dolby Surround. Cabreado y agotado se quedaba.

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– Salir a dar un paseo considerado como deporte de riesgo. Aquí a Speedy Gonsales le da por hacerse un Forrest, soltarse de la mano del progenitor y salir corriendo como alma que lleva el diablo ya tenga delante carretera, camino de lava o el mismo océano. La cosa es huir y sacarnos el corazón por la boca.

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– Las actuaciones del gordo superan con creces a cualquier actor del método… Él se mete en su papel para conseguir lo que quiera: ¿Que hay que llorar? Se llora; ¿Qué hay que reír? Ya verás, como un loco. And the Oscar goes to…

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Mis conclusiones son:

Necesitamos unas vacaciones de las vacaciones (Muy identificada con este post de Begobolas )

La palabra relax y niño no se llevan bien. ¿Me tendré que ir a este hotel de Salou (sin niño mediante) o un lugar así para buscar mi lado más zen, desconectar y decir eso de «Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, yo me calmaré y todos lo veréis«?

Me desquicia y me lo comería a besos a partes iguales. Porque aunque es un pillo, no negaré que me desorino de la risa con él y con sus representaciones… Tengo claro que será nadador o actor. O catador de gusanitos. O las tres cosas.

Hay gordo pa’rato...

Hoy quiero confesar: No sé lo que vale un peine

Mientras recopilo todas las tipologías de madre que me habéis solicitado para una segunda entrega de Madres del parque, esa fauna, os tengo que confesar que en esta casa somos cinco seres vivos: Mauri, servidora, el gordo y sus dos patillas.

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Ya me gustaría ver a los de Fructis intentando doblegar las patillas de mi niño… Ya os digo yo: imposibol.

Debería de cortarle el pelo. Lo se. Confieso que me chifla mi niño con sus pelos locos, tremenda melenaza que gasta la criatura. Locatis me tiene. Pero el pelo le crece pa’lante así dejándole las patillas casi horizontales y no hay forma de esconderlas detrás de las orejas… Una fuerza superior hace que salten todos los obstáculos orejiles para que blinden la cara de mi niño allá donde vaya y parezca Curro Jimenez versión junior >.<

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Y es que en esta santa casa la frase «Vas a saber lo que vale un peine» es un pa’ná porque ni tenemos ni usamos ni se le espera. Compramos uno cuando Óscar era un baby, y nunca le gustó eso de que le mesaran los pelicos. Salió a los padres, rebelde, capilarmente hablando. Y para muestra, un botón:

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¡A mi me encanta! Pero pasa tanto calor el angelico que en breve se lo tengo que cortar… De solo pensarlo me entran escalofríos porque la última vez que se lo cortamos montó tal pollo que todo el centro comercial se acercaba en peregrinaje a ver a quién estaban arrancando a tiras la piel a quién. Aún oigo sus berridos.

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En fin, hasta que resolvamos el misterioso caso de las patillas con vida y rebeldes sin causa o en su defecto le cortemos el pelo (cruzo los dedos y rezo porque sea un corte civilizado), disfrutaré imaginándome al gordo meneando su melenón al ritmo de Rock & Roll, Madafacaaaaars ooh yeaaah!